Matera en el Contexto del Sur de Italia
El estudio de Matera, y en particular su proceso de desalojo forzoso en las décadas de 1950 y 1960, no solo implica una reflexión sobre el sufrimiento y la regeneración física de la ciudad, sino también sobre cómo se construyen las identidades culturales en escenarios de violencia estructural, desplazamiento y transformación. En este sentido, resulta clave contextualizar el caso de Matera dentro de los estudios sobre las sociedades del sur de Italia, que han sido objeto de análisis desde diversas disciplinas, como la sociología, la antropología y la historia cultural.
Autores como Carlo Levi, en su emblemática obra Cristo paró en Eboli, o, más recientemente, estudiosos como el antropólogo Vito Teti han abordado las tensiones entre las comunidades del sur y el poder central, así como la transformación de las identidades colectivas ante la intervención estatal. Matera, en este sentido, se convierte en un espejo de un proceso más amplio que afectó -y en algunos casos sigue haciéndolo- a las regiones rurales y marginales del sur de Italia: la modernización forzada y la pérdida de las formas tradicionales de vida.
Carlo Levi, quien pasó tiempo en el sur de Italia durante su exilio, describió las ciudades y pueblos del sur como lugares de atraso y olvido, pero también de una belleza única y desgarradora. En sus propias palabras, referidas a Matera, habló de una "dolente bellezza"(triste belleza), capturando la contradicción entre la dureza de la vida en esos lugares y la sensibilidad estética que emana de ellos.
Levi, en su relato, describe las ciudades y pueblos del sur de Italia como lugares de atraso y olvido, donde las estructuras de poder y las intervenciones externas se enfrentan a comunidades profundamente ancladas en su historia y su modo de vida. El caso de Matera se inserta dentro de esta narrativa, donde el desalojo y la urbanización implicaron una ruptura radical de los modos de vida tradicionales y, en muchos casos, un intento de borrar la memoria histórica de esos lugares. Sin embargo, el proceso de renacimiento cultural que siguió al reconocimiento de Matera como Patrimonio de la Humanidad en 1993 y su designación como Capital Europea de la Cultura en 2019 ofrece una reflexión crítica sobre el concepto de identidad cultural y el modo en que se reconfigura a través de la memoria histórica.
El Desgarro y el Renacimiento: Una Perspectiva Filosófica y Sociológica
La historia de Matera ofrece una profunda reflexión sobre cómo las sociedades postcoloniales o periféricas pueden experimentar procesos de reconfiguración cultural en contextos de desarraigo, imposición externa y revalorización. En este marco, es necesario considerar las perspectivas ofrecidas por la antropología histórica y la sociología del cambio social. La figura del "desalojo forzoso" en Matera debe ser vista no solo como un cambio urbano, sino como un trauma cultural, una ruptura simbólica que arranca a una comunidad de su espacio, sus raíces y sus prácticas cotidianas.
La reacción de la población materana al desalojo no fue solo de resistencia física, sino de resistencia simbólica, como podemos entender a partir de los estudios de Vito Teti, quien sostiene que las comunidades del sur de Italia han construido sus identidades a través de "un vínculo con la tierra", una relación que va más allá de la simple ocupación física del territorio. El Sasso no solo era un refugio material, sino un "espacio de memoria", un lugar en el que los relatos, los mitos y las costumbres se transmitían de generación en generación. La ruptura de ese espacio no solo afectó a los cuerpos, sino a la memoria colectiva de la comunidad.
La "belleza dolorosa" de Matera no solo fue reconocida por Levi, sino también por otros artistas y pensadores. Pier Paolo Pasolini, al visitar Matera en los años 60 para convertirla en su "Jerusalén" en El Evangelio según San Mateo, expresó su fascinación por la ciudad, afirmando que era un lugar donde se podía sentir la vida en su forma más primitiva y auténtica, una ciudad que conservaba una "poesía ancestral" que la modernidad no había logrado destruir. De esta forma, Pasolini vio en Matera una especie de "testimonio vivo" de las formas originarias de la humanidad, una ciudad que se mantenía en pie no solo por su arquitectura, sino por su capacidad para conservar el alma de una época pasada.
El cine también ha desempeñado un papel clave en la construcción de la imagen de Matera. El director Francesco Rosi, en su adaptación cinematográfica de Cristo paró en Eboli (1979), llevó a la pantalla la visión de Levi sobre el sur de Italia, destacando las condiciones de vida en la región y la compleja relación entre los habitantes del sur y el poder central. Su mirada cinematográfica, comprometida con la realidad social, contribuyó a visibilizar el impacto del abandono y la intervención estatal en estas comunidades.
La Identidad Cultural como Proceso Dialéctico: De la Ruptura a la Reconstrucción
La historia de Matera, desde el desalojo forzoso hasta su reconstrucción cultural, es un ejemplo de cómo las identidades colectivas no son estáticas, sino que están en constante transformación. Como indica Pierre Bourdieu, las identidades culturales son el resultado de un campo de poder en el que se juegan fuerzas sociales, económicas y políticas. El proceso de restauración de Matera ha implicado, por tanto, una negociación entre las distintas representaciones de la ciudad: las que la ven como un símbolo de atraso y las que la reconocen como un testimonio de resistencia. Este proceso es lo que reconfigura su identidad colectiva.
En este sentido, la mirada fotográfica de Henri Cartier-Bresson en la década de 1950, cuando visitó Matera, se convierte en una pieza esencial para entender el impacto visual de la ciudad. Cartier-Bresson, con su enfoque característico de captar la "decisiva instantánea", retrató la vida en los Sassi, con sus callejones, las personas y la arquitectura en ruinas, pero también mostró la dignidad de quienes habitaban allí. Las imágenes del fotógrafo francés destacan cómo, a través de la "mirada externa", Matera lograba transmitir no solo desolación, sino también una fuerza vital que seguía adelante pese a las adversidades.
La Identidad de Matera: Entre el Desgarro y el Renacer
La identidad de Matera no es solo una cuestión de geografía o historia; es un tejido vivo, compuesto por capas de memoria, deseo y resiliencia. A lo largo de los siglos, Matera ha sido, en muchos sentidos, una ciudad oculta, invisibilizada dentro del paisaje italiano (y europeo) por una combinación de olvido, marginalidad y una pobreza que, en lugar de entenderse como una manifestación de un sistema social desigual, fue estigmatizada como signo de atraso. En el centro de esta percepción estuvieron siempre los Sassi, los antiguos barrios trogloditas que, lejos de ser ruinas de un pasado inerte, eran el testimonio de una forma de vida con profundas raíces históricas.
Sin embargo, el desalojo forzoso de los Sassi en las décadas de 1950 y 1960 no fue simplemente una medida urbanística; representó una fractura identitaria. Amparado en la Legge Speciale per lo sfollamento dei Sassi di Matera del 17 de mayo de 1952, el Estado italiano, bajo el gobierno de Alcide De Gasperi y a sugerencia del ministro Emilio Colombo, impuso a alrededor de diecisiete mil personas el abandono forzoso de sus hogares. La reubicación se llevó a cabo en nuevos barrios diseñados por algunos de los arquitectos más prestigiosos de la época, como Ludovico Quaroni, Luigi Piccinato y Carlo Aymonino, en un proyecto en el que también desempeñó un papel clave el político y humanista Adriano Olivetti. Sin embargo, este experimento de reubicación nunca logró reproducir los lazos humanos característicos de los vicinati, la estructura comunitaria que, durante milenios, había definido la vida en los Sassi.
Para quienes vivían en los Sassi, aquellas cuevas no eran meros refugios precarios, sino el resultado de una relación ancestral con el territorio, donde la arquitectura se fundía con el paisaje y la vida cotidiana seguía un ritmo marcado por la tierra y el tiempo. El Estado italiano no solo propuso una reubicación física, sino que impuso una narrativa según la cual los Sassi debían ser abandonados para dar paso a la modernidad. No se trató únicamente de trasladar personas a viviendas con mejores condiciones sanitarias; fue un acto de ruptura con una cosmovisión que entendía la ciudad no como un simple conjunto de estructuras, sino como un entramado de significados, prácticas y vínculos simbólicos. En este sentido, el desalojo no solo desplazó cuerpos, sino que intentó redefinir conciencias, estableciendo una barrera entre lo que se consideraba “digno de futuro” y lo que quedaba relegado al pasado.
La Resiliencia y el Renacimiento: Del Trauma a la Reconstrucción Cultural
Pero la historia de Matera no se detuvo en la marginación. Si el desalojo representó un trauma colectivo, la revalorización de la ciudad a partir de finales del siglo XX marcó el inicio de una reivindicación histórica. La designación de Matera como Patrimonio de la Humanidad en 1993 y, más aún, su nombramiento como Capital Europea de la Cultura en 2019 no fueron meros reconocimientos institucionales: fueron momentos clave en los que la ciudad recuperó su voz y su identidad, transformando el estigma en orgullo.
No obstante, este proceso no fue inmediato ni lineal. Durante décadas, incluso los propios materanos vieron su ciudad como un caso perdido, un lugar asociado a la vergüenza y la miseria. La reconstrucción de la identidad de Matera fue el resultado de una lucha simbólica en la que, poco a poco, se empezó a comprender que los Sassi no eran una rémora del pasado, sino una manifestación de una historia cultural única. En este proceso, la memoria colectiva jugó un papel central: la ciudad dejó de verse como un lugar de fracaso para convertirse en un ejemplo de resistencia cultural.
Aquí entra en juego el concepto de trauma histórico. Como muchas comunidades que han sufrido desplazamientos forzosos, Matera no solo ha cargado con la herida del desalojo físico, sino con una cicatriz psíquica que ha condicionado su manera de verse a sí misma. Esta herida se ha ido transformando con el tiempo: de un recuerdo de vergüenza, pasó a ser un relato de reivindicación, en el que la recuperación de la dignidad ha estado ligada a la resignificación del pasado.
Memoria, Identidad y el Riesgo de la Museificación
El reconocimiento de Matera en el escenario cultural europeo ha traído consigo un nuevo desafío: la tensión entre la memoria y la comercialización del pasado. La restauración de los Sassi ha sido vista, en algunos casos, como un proceso de museificación que corre el riesgo de convertir la ciudad en un parque temático del patrimonio, donde la historia se empaqueta para el consumo turístico. Esta transformación plantea una cuestión fundamental: ¿cómo mantener viva una identidad sin reducirla a un producto cultural?
Matera se encuentra en la delgada línea entre preservar su autenticidad y ser absorbida por las dinámicas del turismo globalizado. La paradoja es evidente: lo que antes se consideraba un símbolo de atraso es ahora un atractivo de primer orden, pero con el peligro de que la historia real quede diluida en un relato diseñado para el visitante.
Matera y el Cine: Un Escenario de Reconstrucción y Mito
En las últimas décadas, Matera se ha convertido en un escenario cinematográfico privilegiado, especialmente para producciones internacionales. La singularidad de su arquitectura rupestre y su atmósfera intemporal han atraído a grandes directores de cine. Películas como La Pasión de Cristo (2004) de Mel Gibson, Wonder Woman (2017) y No Time to Die (2021), la última entrega de James Bond, han utilizado Matera como un telón de fondo evocador y potente. Asimismo, series italianas e internacionales han encontrado en los Sassi un marco idóneo para narraciones que oscilan entre la historia y la ficción. Este fenómeno ha reforzado la visibilidad de Matera en la cultura global, aunque también plantea interrogantes sobre la relación entre identidad local y apropiación cinematográfica.
La identidad de una ciudad no puede depender solo de su atractivo patrimonial; debe estar sustentada en una comunidad que la habite, la reinvente y la haga suya, más allá de las expectativas externas.
Habitar la Memoria, Construir el Futuro
Matera no es solo un ejemplo de resiliencia; es también una advertencia sobre los peligros de las narrativas simplificadas del pasado. Su historia nos recuerda que la identidad no es un ente estático, sino un proceso en constante redefinición, que se nutre de la memoria, pero que también debe responder a los desafíos del presente.
El desarraigo de los Sassi marcó una ruptura brutal, pero la capacidad de la ciudad para reconstruirse demuestra que la identidad no se pierde en el despojo, sino que puede emerger con nuevas formas. Sin embargo, para que esa identidad sea auténtica y sostenible, debe basarse en un conocimiento profundo de la historia, evitando tanto la idealización como la mercantilización del pasado.
Quien escribe estas líneas nació en Matera, en la ciudad de los Sassi. No es ajeno a la complejidad de su transformación ni a las contradicciones de su renacimiento. Matera es una ciudad que ha aprendido a habitar su propia memoria, a no avergonzarse de su historia y a convertir el trauma en una lección de resistencia. Su identidad, lejos de estar definida solo por lo que fue, es el resultado de una voluntad colectiva de recordar, reinterpretar y, sobre todo, permanecer.
Giuseppe Palmieri
Patrimonio e Identidad©
Editor: Giuseppe Palmieri©
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